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viernes, 9 de septiembre de 2011

Vientos y casamientos




Una conocida frase portuguesa dice que " De Espanha nem bom vento nem bom casamento" referida a la histórica y fallida costumbre de casar a miembros de ambas casas reales que nunca dio muy buenos resultados políticos. Hoy en día ha quedado en el lenguaje popular como percepción lusa que allende  "a raia", la frontera, nada bueno podría venir.
Escribo este post motivado por mi gusto y apreciación de lo portugués y de la cultura portuguesa, frustrado como iberista que me siento ante el permanente alejamiento de ambos países. 
Hemos sido naciones siamesas, surgidas de la reconquista medieval de los reinos árabes de España, con recorridos muy similares a lo largo de los siglos, como si se tratara de un par de carreteras paralelas que se rozan sin llegar jamás a cruzarse del todo. 
Desde 1139, año en que Afonso Henriques desgajó Portugal del reino de Galicia, ambas naciones han compartido alegrías y sinsabores semejantes aunque en soledad. 
Portugal fue más adelantado a la hora de completar su Reconquista particular y de volcar su torrente de energía en los océanos iniciando la ruta de los descubrimientos que cambiarían Europa y el mundo. Fueron pioneros en una sociedad en ebullición y tiraron de un continente europeo que empezaba a alcanzar la madurez a finales del siglo XV. 
Tras el inicio de la lucha de ambas naciones por liderar la conquista del mundo, mediada y apaciguada por la autoridad papal mediante el Tratado de Tordesillas (1494), nada volvió a ser lo mismo. La desconfianza mutua por el choque de intereses se vio aparentemente salvada durante el reinado de los Felipes, como en Portugal se conoce el periodo que va de 1580 a 1640 durante el cual las coronas estuvieron unidas bajo el cetro de la casa de Austria. Hay una leyenda histórica según la cual a Felipe II se le planteó el dilema de establecer una capital definitiva para su reino tras siglos de corte itinerante. Los sabios predijeron que de instalar la sede administrativa en Madrid se perdería el Imperio , de hacerlo en Toledo se mantendría y si fuera Lisboa la elegida esté se expandiría. Todos sabemos el desenlace de ambas incertidumbres, Madrid prevaleció y el Imperio se esfumó paulatinamente a lo largo de los siguientes siglos.
Muchos historiadores destacan que quien más azuzó el desencuentro ibérico no fue otra que Inglaterra, obsesionada por controlar los mares y por imponer su control del comercio mundial mediante la creación de un Imperio propio. Una corona hispanoportuguesa unida, fuerte y bien avenida, era un escollo insalvable en el siglo XVI cuando Francia aún andaba enfrascada en sus controversias religiosas internas.


Imagino que ambos pueblos recelosos del vecino, nunca nos dimos una oportunidad para percibir que tal vez era más lo que compartíamos que lo que nos separaba. En 1640 se inició el colapso definitivo del Imperio Español tras las coincidentes revueltas de Portugal y de Cataluña, sumadas al eterno conflicto con los Países Bajos. Holanda y Portugal siguieron su camino y Cataluña volvió al redil con heridas abiertas que más tarde volverían a abrirse recurrentemente.
La invasión napoleónica de la Península Ibérica, desgracia compartida desde el recelo mutuo, y propiciada por la traición española a su vecino del oeste, y las parecidas y largas dictaduras sufridas por ambas naciones en la parte central del siglo XX dejan de manifiesto que tantas coincidencias históricas necesariamente implican unas grandes similitudes en las dos sociedades. 
No obstante, ¿qué sabemos los unos de los otros? Poco o algo dependiendo de la zona geográfica de España de la que hablemos. Los habitantes de la frontera tienen conocimiento de primera mano de Portugal, de su gente y de su idioma, mientras que a medida que nos alejamos hacia el este se diluye dicha noción. 
Juntos entramos en la Comunidad Europea, y juntos padecemos ahora los embates de la crisis mundial, Portugal ya rescatado y España intermitentemente al borde del abismo. 
¿Por qué no hay más programas de intercambio entre ambos países? Muchas empresas españolas han "colonizado" económicamente Portugal pero falta mucho recorrido y mucho por hacer en la vertiente cultural. 
Que en 2011 Portugal no disponga de una sede importante en Madrid o Barcelona para su Instituto Camoes, equivalente del Cervantes, o que en la Escuela Oficial de Idiomas de Madrid la oferta de clases de portugués se vea claramente desbordada por la demanda sin que las instituciones responsables hagan algo al respecto son indicadores que de los vientos siguen soplando con poca intensidad por mucho que el anticiclón de las Azores nos traiga el buen tiempo a nuestros lares.
Se echa en falta un proyecto más ambicioso de intercambio entre empresas, universidades, centros de investigación, etc... que reforzase la "marca ibérica" dentro del contexto europeo actual, tan desdibujado y orientado hacia el este continental. 
A veces es más difícil entenderse con los parientes próximos que con los lejanos, puede que abriendo ventanas y dejando correr el aire desde el Atlántico hasta el Mediterráneo disipemos las enrarecidas nubes que flotan sobre nuestras ibéricas cabezas. 





5 comentarios:

  1. Me ha encantado todo lo que he leido., desde el título hasta el final., que ha sido impecable!!!., que buen narrador eres!!!

    Que buena clase de historia y cuanta razón tienes!., que interesante todo., no sabía lo de Camoes por ejemplo!., que gran desconocido es Portugal., seguro que para quien se lea esta entrada lo será un poquito menos!

    La próxima "Gran Escapada" a Portugal!

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  2. Siempre he tenido la sensación de que los portugueses viven de espaldas a España y mirando de frente al atlántico, con el ojo desviado hacia el Reino Unido. Nos ignoran mucho más que nosotros a ellos. Con esto no quiero decir que nos traten mal, quiero dejar claro que el trato que me han dado siempre ha sido impecable, tanto en Madrid como en Lisboa cuando he ido a trabajar con ellos. Un saludo, Cote

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  3. Cote, a mí me da precisamente la sensación contraria: que siempre hemos mirado por encima del hombro a Portugal. En mis visitas al país vecino, con frecuencia, me he encontrado portugueses que han confesado su admiración por España y su deseo de que el país evolucionara tan rápido como lo ha hecho el nuestro. Pero, vamos, es una apreciación personal.
    Yo me declaro iberista y echo en falta muchas de las cosas que menciona César. Admiro Portugal por su gente, su gastronomía, su cultura, sus paisajes. Todo un país a descubrir, Yoli. Más que recomendable. Buen día

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  4. Yo suelo ver Eurovisión todos los años y creo que este festival refleja las relaciones cordiales que existen entre los países a la hora de dar las votaciones. Sólo hay que ver como los países del este se apoyan unos a otros.

    No obstante, en el caso de España y Portugal, se puede ver claramente como, edición tras edición, nuestros vecinos se acuerdan de nosotros otorgándonos la máxima puntuación en muchas ocasiones (como ha ocurrido este año) y nosotros no les damos ni un mísero punto como ha pasado en la presente edición.

    Saludos de Carmen de Toledo.

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  5. Desde luego, para mí, y supongo que para tantos otros españoles, Portugal es un gran desconocido.
    Como anécdota, comentar que en mi infancia, antes de que hubiese adquirido mis primeros conocimientos sobre geografía, pintaba el mapa de España incluyendo como tal a Portugal... Es decir, pintaba el contorno físico de la península sin hacer distinción entre ambos países, creyendo que todo era España.
    Buen artículo.

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