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lunes, 18 de junio de 2012

Sueños rotos


Todos tenemos sueños, algunos se cumplen, otros no, es ley de vida. No obstante, los sueños propios que otros nos quiebran generan una gran frustración y una sensación de impotencia. Hay pocas cosas más indecentes que jugar con las ilusiones y la vida de las personas y esto es lo que se ha hecho en España con los aspirantes a controlador aéreo en los últimos años.
Cuando yo accedí a la escuela de control, en 1997, los exámenes requerían ser titulado universitario al menos de grado medio y era preciso pasar unas pruebas psicotécnicas, una prueba de inglés, entrevista personal y un reconocimiento médico. En contra de lo que maldicientes corifeos han repetido hasta la saciedad en los medios, el proceso era abierto y transparente, no se entraba por enchufe; el nivel de endogamia era y es mucho menor que en otros contextos laborales, y el curso era gratuito para el alumno.
Tras la irrupción del ministro Blanco en el ministerio de Fomento las cosas se fueron torciendo paso a paso, parte de un plan destinado a desprestigiar y hacer añicos mi profesión. Primero se eliminó el requisito de tener titulación, malas lenguas dijeron que el ministro lo hacía para poder así presentarse a las mismas en un momento dado.
Después, marearon a la opinión pública hablando de los controladores militares, confundiendo, y faltando a la verdad al no referir las distintas habilitaciones que los controladores civiles y los del ejército tenemos en el desempeño de nuestras funciones.
El antiguo ministro de Fomento tuvo incluso la jactancia de prometer que tendría a 3000 controladores aéreos en paro a disposición permanente de los proveedores del servicio de control. Aquí fue donde el señor Blanco, desgraciadamente, parece que estuvo más atinado en sus predicciones.
Las tasas aéreas, que prometió bajar tras recortar drásticamente la masa salarial del colectivo al que pertenezco, no han hecho sino subir y subir y vuelta a subir, asfixiando a unas compañías aéreas ya en horas difíciles. 
El problema de la falta de controladores y de las demoras por la congestión del espacio aéreo español se ha aminorado, que no desaparecido, tan sólo por la coyuntura de la crisis económica; la cual nos da unas bajas cifras de tráfico al nivel de hace bastantes años. 
Mientras tanto los nuevos alumnos con sueños de ser controlador aéreo empezaron a formarse para hacer un curso de seis meses en la escuela oficial, SENASA, tras desembolsar unos 40000 euros del ala, nunca mejor dicho. Son números de vértigo equiparables a lo que cuesta un MBA en las prestigiosas escuelas de negocio españolas.
Como el proceso de privatización de las torres de control ha ido más lento que la obra de El Escorial, se han ido acumulando promociones de controladores en paro, ansiosos por una oportunidad profesional.
La semana pasada recibí el correo de una de ellos, desesperada, narrándome que el 70% de los que han acabado el curso no han sido seleccionados por el nuevo proveedor, FerroNats. El, gracias, hemos recibido su CV, ya le llamaremos, que en otras profesiones es dramático, en control es demoledor ya que no hay otro lugar, otra empresa a la que solicitar empleo.
AENA no va a contratar a nadie ya que insiste en que está sobredimensionada y estos alumnos estafados tampoco tienen una salida laboral en el extranjero al no tener ninguna experiencia real con aviones más allá de un simulador. 

Muchas personas se han acercado a mi pidiéndome consejo ante la duda de si hacer o no el curso, yo no soy quien para darlo, el panorama habla por si solo. 
Es más, los pocos afortunados seleccionados para trabajar han recibido ofertas laborales de unos 1500 euros de sueldo para trabajar a turnos, con responsabilidad penal en caso de accidente y sometidos bajo la ley de Seguridad Aérea hasta a multas de millones de euros, una bicoca. 
El ex-ministro prestidigitador creó una trampa quimera en la que muchos cayeron, pocas veces alguien hizo tanto mal a tantos en tan poco tiempo.
Aviso a navegantes aspirantes a controlador, sopesen bien sus opciones antes de embarcar, las turbulencias están garantizadas.
Sin embargo, por encima de tormentas perfectas e imperfectas, la vida continúa, la laboral también. 
No debemos dejar que otros decidan por nosotros cuales son nuestras metas y hasta donde vamos a luchar por conseguirlas, recuerden que, siempre, el que resiste gana. 

miércoles, 6 de junio de 2012

Zahoríes digitales


Zahorí es una palabra con aires mitológicos, una figura y un concepto que los de mi generación reconocemos vagamente familiar, asociada a documentales antiguos de la 2 tipo "Jara y Sedal"
Los zahoríes, buscadores de agua, y por ende de vida, de riqueza y de sueños, han desparecido de nuestra vida, incluso de nuestro imaginario colectivo.
Para los más jóvenes esta exótica y extraña palabra poco o nada significará, en el mundo digital y visual que nos acecha, poca cabida hay para supuestos magos armados con varillas de madera.
Sin embargo, muchos de nosotros, sin ser conscientes, nos hemos convertido ocasionalmente en zahoríes 2.0, ávidos de acceso a las nuevas tecnologías. 
En un reciente viaje al extranjero, un grupo de amigos del cual formaba parte, recorrimos pueblos rurales en busca de una buena señal de wifi que llevarnos al móvil. 
Es tan jocosa como llamativa la creciente dependencia que experimentamos de las redes digitales, de la información y de la mensajería instantánea. 
Si antaño el agua, cada día más escasa, era un bien procurado, hoy lamentamos con agrio descontento la privación de la conectividad constante e inmediata. Al igual que los hombres colonizamos implacables los continentes, ahora las antenas y los satélites colonizan todos los rincones para el intercambio de información. Van cayendo los muros del silencio y las redes digitales expanden su telaraña.
No obstante, según momento y circunstancias, sobreviene el apagón 2.0 y es aquí cuando, descolocados por la anómala situación, muchos nos transformamos en zahoríes modernos. 
"No sin mi wifi" bien podría ser un lema que resumiera el sentir de muchos infoadictos. 
El ser humano, adaptativo como ninguno, aunque no siempre sea consciente de este gran talento que atesora, demuestra que bien sea con una vara o móvil en mano, es una criatura en búsqueda perpetua. 
La sequía, en cualquiera de sus expresiones, no es algo que acatemos con resignación. 
¡Buscad, zahoríes, buscad!

sábado, 26 de mayo de 2012

L'Europe, Douze Points!


Se celebra esta noche el famoso y a la vez denostado Festival de Eurovisión de la canción, el cual creo que bien merece unas líneas de reflexión.
Es un fenómeno sociológico digno de estudio que, con sus altibajos, se ha mantenido a través de las décadas contra viento y marea por más que muchas voces lo traten con cierto desdén.
Algo que surgió en 1956 cosa de pocos, en una Europa que salía de la posguerra, ha ido creciendo con el continente, reflejando los cambios históricos que este ha experimentado para llegar a consolidarse como un referente en todos los países que en él participan.
Muchos ciudadanos denostan el festival por cutre y hortera, escaparate de melodías comerciales, olvidables y prescindibles. La parte de razón que dichas críticas arrastran no puede hacernos olvidar que el Festival es la mayor celebración conjunta de tipo cultural que se celebra en Europa, sí han leído bien, cultural. Esto lo dice casi todo de los lastres que a día de hoy cuelgan del proyecto Europa 
La Unión Europea, núcleo duro del continente y a la cual pertenecen la gran mayoría de participantes, no ha sido capaz en sus años de vida, casi los mismos que Eurovisión, de poner en marcha eventos culturales que ayuden a acercar a los europeos más allá de la cooperación económica y normativa.
El programa Erasmus destaca como el otro puntal de cooperación e integración en un continente que sigue desconociendo demasiado de los vecinos con los que comparte cama económica para bien y para mal.
Para los europeos que vivimos el festival en nuestra infancia, cuando aún tenía prestigio y se seguía de manera masiva, esta nueva Europa de naciones irreales tipo Azerbaiyán que ni siquiera existían entonces resulta exótica y lejana pero real a través de sus representantes año a año.
Eurovisión nos recuerda, sutilmente, entre gritos, baladas y músicas bailongas insufribles, que Europa es un continente diverso, en cambio constante y que al final son las personas, mediante sus expresiones culturales las que van conformando las sociedades y limando las asperezas de los roces. 
Deberían tomar nota Merkel y los eurócratas de la cojera de la mesa europea, del malestar en muchos países, no solo en Grecia, no solo por la crisis, y del recelo de muchos europeos ante lo que la Unión Europea representa en sus vidas. 
La pata de la cultura, del conocimiento del otro, de la unidad en un proyecto común dotado de alma y sentimiento, el mejor pegamento que el hombre conoce, resulta demasiado corta y hace que la mesa se tambalee y amenace con caer.

Capitales europeas de la cultura, festivales conjuntos, programas de intercambio de estudiantes, programas de cooperación entre empresas intercambiando trabajadores, etc... son parches en un tapiz que no tendría que crecer año tras año.
Deberían ser los valores y la creatividad europea, en general mucho más similares de lo que pensamos, los que cimentaran una idea del mundo que bien merece la pena, y no únicamente los euros, los presupuestos y los planes de ajuste. 
Falta una Europa humana y por ello el Festival, con sus defectos y sus vicios, sigue flotando como un corcho año tras año, haciendo sentir a los Eurofans que pertenecen a un barco extraño y común en el que navegar compartiendo camarote. 
L'Europe, douze points!

jueves, 17 de mayo de 2012

Mamá quiero ser periodista


Dicha frase substituyendo el artista por el periodista bien sirve para poner de manifiesto la aparente vocación necesaria para el desempeño de ambas, así como también dejar intuir las posibles reticencias del entorno por dicha preferencia.
¿Se ha convertido el periodismo en una profesión mal vista a ojos de los padres o de la sociedad?
En el momento actual de crisis de confianza en las instituciones, el ciudadano tiende a reaccionar de dos maneras complementarias y contradictorias; por un lado, ávido de información se lanza a leer la descripción que los medios hacen de la realidad, por otro, saturado y angustiado por lo que percibe, se centra en su día a día más cotidiano y menos incomprensible.
Hace poco me decía una conocida periodista que la carrera de Periodismo es la más inútil de cuantas existen, lugar común de muchos compañeros de profesión, yo discrepo de semejante aseveración.
Hay mucho que criticar en los planes de estudios universitarios en España, por ejemplo, en Periodismo de la UCM clama al cielo que no haya asignaturas de enseñanza de lengua extranjera en este 2012 irremediablemente global. No obstante, la universidad, la carrera de periodismo, dota al alumno de una estructura mental, de una visión, superficial, pero visión al fin y al cabo, de lo que la profesión representa,  aportando herramientas que ayudan a empezar a volar libres y a trompicones, la mejor manera de aprender: prueba-error.
El periodismo es imprescindible en esta coyuntura de cambio de modelo al que nos enfrentamos, es a la vez partícipe y artífice del mismo, en una peligrosa doble función que provoca turbulencias que constatamos a diario. El debate sobre el lugar de la prensa, sus ramificaciones con el poder, su crisis de audiencias, de contenidos, en un río que no cesa y que no debe dejar de fluir.
Está en manos de los periodistas, a través del teclado y mediante su voz, el lograr un periodismo digno y conseguir que la sociedad comprenda cuanto necesita de dicho periodismo. Toda vocación es más fuerte que los obstáculos que en su camino.
Yo estudié Periodismo sin gran convicción, acabé la carrera en 4 años en vez de 5 acelerando el proceso para zanjar una situación de incertidumbre y de cierta insatisfacción. Nunca pensé que tendría que ejercer de periodista, ni poner en práctica lo poco que pensaba haber aprendido en aquella fortaleza de hormigón que es la Facultad de Ciencias de la Información de Madrid.
Pero la vida, en sus meandros y en sus vericuetos, me lanzó a los rápidos de los medios de comunicación una primavera de 2010 y entonces, 16 años después de haber abandonado aquellas aulas, pude comprender que las cosas tienen un sentido que a veces se nos escapa y que todo lo aprendido, por nimio que parezca, viene a nuestro rescate cuando uno más lo necesita.
Es irónico que haya que alejarse tanto, en el tiempo y en la distancia de la trayectoria personal, para poder entender que nuestras decisiones siempre encierran una base de lógica vital, pudiendo así decir, con décadas de retraso aquello de "Mamá, quiero ser periodista"

viernes, 11 de mayo de 2012

Juego de tronos


Guerra, poder, intrigas, egos, venganzas, maquinaciones, despechos, alianzas y mucho más son ingredientes del cóctel de pasiones humanas que conforma la afamada serie Guerra de Tronos, éxito televisivo mundial vigente.
Mi artículo de hoy no versa sobre las puñaladas entre los Lannister y los Stark, aunque todo el explosivo mix de intereses desencontrados forman parte del tema a tratar.
En esta España en caída libre, aeronave falta de combustible, plan de vuelo y, aparentemente, de pilotos certificados, se adolece de buena parte del enconado contrapeso que la novela de los siete reinos muestra capítulo a capítulo.
Aquí nos encontramos con una casta política, de partidos diversos, que cual chapapote institucional ha ido ocupando casi todos los estamentos que conciernen al control del Estado, llegando a invadir estancias propias de los ciudadanos. No hay verdadera competencia por el poder, no hay contrapesos, controles reales, todo es demasiado parecido como para mantener al sistema saludable.
No es de recibo que no haya requisitos mínimos para dirigir el país, y es muy indecente que las responsabilidades por una nefasta gestión tan solo se vean expuestas al posible castigo de las urnas. 
No es de recibo que la Justicia esté mediatizada por los partidos políticos, los cuales prostituyen y limitan la independencia de la misma sin visos de solución. 
No es de recibo que políticos y sindicalistas campen a sus anchas en los Consejos de Administración de las Cajas y de las empresas públicas. 
Es inevitable que los factores subjetivos que todos aportamos con nuestro punto de vista del mundo trasciendan en los grupos dentro de los cuales participamos. Lo que no es deseable y sí muy pernicioso, a la vista está, es que un pequeño número de personas, muchas de ellas cuasi indocumentadas, determinen los designios de toda una sociedad. 

Hay que independizar la Justicia, las empresas públicas, TVE a la cabeza, limitar los mandatos electorales y dejar de tratar a la población como si fuésemos meros espectadores de un partido en el que tan sólo nos dejan comprar entradas cada cuatro años. 
Que los estamentos pugnen entre ellos con independencia, que los jueces elijan a sus representantes y los trabajadores de empresas públicas a sus gestores. El equilibrio es una virtud fundamental para que un tenderete no se venga abajo, el español no parece sostenerse muy firme; así que más que nunca, hay que permitir que los ciudadanos, jueces, funcionarios o asalariados, se labren su carrera profesional sin tanta intromisión de los políticos. 
El Estado está para equilibrar desigualdades extremas y coadyuvar para que una sociedad mejore conforme a unas reglas básicas de convivencia, no para regular cada nimio detalle de nuestras vidas ni para sablearnos casi por respirar.
Gran Hermano fue primero una novela y, más tarde, un formato televisivo de gran impacto, no permitamos que se convierta en el pan nuestro de cada día. 

sábado, 5 de mayo de 2012

Más que un club

Siento decepcionar a los culés pero no voy a hablar del Barça, este post no va de fútbol, en realidad tampoco va de baloncesto aunque su protagonista sea el madrileño club Estudiantes, y ese señores lectores, sí que es mucho más que un club.  
Quiero con estas palabras rendir homenaje a una parte imborrable de mi memoria juvenil que representa un atípico caso dentro del panorama social español.
El club de baloncesto Estudiantes fue fundado en 1948, ligado al colegio Ramiro de Maeztu, con don Antonio Magariños como impulsor del revolucionario concepto de aunar educación y deporte en la España de posguerra, siguiendo la estela de las instituciones estadounidenses. 
Con el paso de los años, cuajado el proyecto, y asentado ya el club como un clásico de la primera división del baloncesto nacional, Estudiantes y Ramiro de Maeztu pasaron a ser indisolubles a ojos de los madrileños.
Fui estudiante tanto del Colegio como del Instituto, situados en la Calle Serrano de Madrid, doce años esenciales de mi formación personal, vividos en aquel inmenso y fantástico conglomerado de edificios. 
Asociar deporte y educación de aquella manera fue algo pionero, fructífero, emblemático y emotivo, que dotó de personalidad a una institución por la que hemos desfilado miles y miles de madrileños desde hace casi un siglo.
La mítica afición del club, la Demencia ocupa un lugar de honor entre las aficiones españolas, entregada, ocurrente e incombustible como pocas.
A día de hoy el club Estudiantes es la mayor cantera de baloncesto de Europa, un mérito épico poco reconocido, a mi entender, por la sociedad española, particularmente por la madrileña a la que pertenece y representa. 
Cuando el fútbol parece adueñarse de la escena deportiva de manera omnipresente, cuando se habla de crisis educativa, más que nunca, es momento de mirar hacia este ejemplar proyecto para valorarlo como  referente y modelo en tiempos de zozobra. 
Si los distintos gobiernos democráticos hubiesen asociado con mayor entusiasmo educación y deporte en vez de lanzarse a la cabeza las distintas reformas educativas, es probable que otro fuera el panorama docente español a día de hoy.

Este domingo por la tarde el Estudiantes enfrenta, una vez más, el fantasma del descenso de categoría, un peligro sorteado con heroicidad en ocasiones anteriores. Tan solo tres clubes españoles de baloncesto pueden decir con orgullo haber sido siempre miembros de la categoría máxima, Real Madrid, Joventut y Estudiantes. 
Mañana, pase lo que pase, no cesará esta epopeya de deporte y deportividad,  de esta rara avis, simbiosis de baloncesto y espíritu educativo, que el Estudiantes siempre ha representado.
Mucho más que un club, especialmente para los que aprendimos a caminar en la vida a su vera.
Otra episodio más de una página de la historia de Madrid, una reivindicación de como con pasión y con un proyecto positivo se puede llegar muy lejos.
Tomemos nota todos, esos son los senderos a transitar. 

lunes, 9 de abril de 2012

Cruce de caminos


Llevo unos días tratando de organizar papeles, carpetas, agendas antiguas y también cientos de fotos desordenadas. 
Entre foto y foto, va uno atravesando de nuevo etapas de la vida que se han ido para no volver y también amigos y conocidos que ya no forman parte de nuestra cotidianidad. 
No sé si el tiempo pasado fue mejor o peor, desde luego éramos más jóvenes y más ingenuos, y aunque la coyuntura actual pueda llevar a pensar que aquello era más boyante, todo depende en realidad de la actitud con la que encaremos cada momento.
Recuperar el pasado y la memoria, histórica o personal, es una cosa difícil de gestionar; puede que el pasado se resista y nos rehuya. 
No obstante, recuperar a personas que se han ido cruzando en nuestro camino es una tarea más alcanzable y que puede reabrir puertas de estancias vitales no del todo recorridas. 
En el periplo de cada uno de nosotros van quedándose rezagados, en la cuneta, amistades, compañeros de trabajo, familiares, ex y demás personajes del vodevil que la vida significa a fin de cuentas. No todos son recuperables, ni es deseable enfrentarse a ciertos fantasmas, pero siempre encontraremos a alguien valioso en el baúl de la memoria si nos tomamos la molestia de hacer balance. 
Hace poco me comentaba un amigo, coach y emprendedor empedernido, sobre una técnica que aplica con personas que se encuentran sin trabajo. Les hace llamar por teléfono a gente que en el pasado les dio una oportunidad profesional, así, a bocajarro. Cuesta encontrar a veces el número pero el Gran Hermano 2.0 que todo lo sabe suele ayudar en las pesquisas. Me decía que los participantes en esta dinámica suelen quedar sorprendidos doblemente, primero por la chocante propuesta, y después, por la habitualmente positiva reacción de los rescatados del olvido.
Mucho se habla ahora, a raíz de la crisis, de recuperar valores, replantearse el modelo, valorar las cosas pequeñas, y mil maneras más de resaltar, que otros enfoques son urgentemente necesarios. En estas épocas de incertidumbres y pesadumbre social puede resultar muy terapéutico atreverse a abrir la Caja de Pandora de nuestra historia. 
Les reto a ello, estoy convencido de que más de una alegría se llevarán. Somos lo que somos y estamos donde estamos, en gran medida, por el aporte de todas esas personas que se cruzaron en el escenario de nuestro vodevil particular.
Rebusquemos en las fotos de la memoria, pueden que nos aporten mucho más que el runrún de tanto bombardeo informativo intrascendente.