Guerra, poder, intrigas, egos, venganzas, maquinaciones, despechos, alianzas y mucho más son ingredientes del cóctel de pasiones humanas que conforma la afamada serie Guerra de Tronos, éxito televisivo mundial vigente.
Mi artículo de hoy no versa sobre las puñaladas entre los Lannister y los Stark, aunque todo el explosivo mix de intereses desencontrados forman parte del tema a tratar.
En esta España en caída libre, aeronave falta de combustible, plan de vuelo y, aparentemente, de pilotos certificados, se adolece de buena parte del enconado contrapeso que la novela de los siete reinos muestra capítulo a capítulo.
Aquí nos encontramos con una casta política, de partidos diversos, que cual chapapote institucional ha ido ocupando casi todos los estamentos que conciernen al control del Estado, llegando a invadir estancias propias de los ciudadanos. No hay verdadera competencia por el poder, no hay contrapesos, controles reales, todo es demasiado parecido como para mantener al sistema saludable.
No es de recibo que no haya requisitos mínimos para dirigir el país, y es muy indecente que las responsabilidades por una nefasta gestión tan solo se vean expuestas al posible castigo de las urnas.
No es de recibo que la Justicia esté mediatizada por los partidos políticos, los cuales prostituyen y limitan la independencia de la misma sin visos de solución.
No es de recibo que políticos y sindicalistas campen a sus anchas en los Consejos de Administración de las Cajas y de las empresas públicas.
Es inevitable que los factores subjetivos que todos aportamos con nuestro punto de vista del mundo trasciendan en los grupos dentro de los cuales participamos. Lo que no es deseable y sí muy pernicioso, a la vista está, es que un pequeño número de personas, muchas de ellas cuasi indocumentadas, determinen los designios de toda una sociedad.
Hay que independizar la Justicia, las empresas públicas, TVE a la cabeza, limitar los mandatos electorales y dejar de tratar a la población como si fuésemos meros espectadores de un partido en el que tan sólo nos dejan comprar entradas cada cuatro años.
Que los estamentos pugnen entre ellos con independencia, que los jueces elijan a sus representantes y los trabajadores de empresas públicas a sus gestores. El equilibrio es una virtud fundamental para que un tenderete no se venga abajo, el español no parece sostenerse muy firme; así que más que nunca, hay que permitir que los ciudadanos, jueces, funcionarios o asalariados, se labren su carrera profesional sin tanta intromisión de los políticos.
El Estado está para equilibrar desigualdades extremas y coadyuvar para que una sociedad mejore conforme a unas reglas básicas de convivencia, no para regular cada nimio detalle de nuestras vidas ni para sablearnos casi por respirar.
Gran Hermano fue primero una novela y, más tarde, un formato televisivo de gran impacto, no permitamos que se convierta en el pan nuestro de cada día.
Hola,
ResponderEliminarCuánta razón tienes... Nos tratan como a borregos, nos piden el voto prometiendo el oro y el moro, pero nada, una vez más nos engañan...
Pero lo peor, es que nos dejamos engañar, agachamos las cabecitas mientras ellos hacen y deshacen a su antojo con total libertad.
Creo que en este momento apenas tenemos libertad, si, eso creo, que no tenemos derecho a quejarnos, ni a manifestarnos, solo tenemos derecho a pagar y enmendar los errores que la clase política comete.
Llegará el día en que TODOS los ciudadanos nos cuadremos ante tanta insolencia?? Admiro profundamente a la sociedad francesa que en los años 60, declaró una huelga general que duró varias semanas y todos los ciudadanos se unieron, por un bien común.
Saludos
LadyRoller
Muy buen post! Felicidades. Veo que te has convertido en un escritor hecho y derecho 2 años después.
ResponderEliminarPatricia Paredes (Tenerife)