Escribió José Saramago una original novela titulada "La balsa de piedra" en la que la península ibérica se separaba del continente europeo para iniciar su propio transitar por los mares, independiente de su pasado histórico.
Dicha fábula ponía de relieve las particularidades que España y Portugal arrastran desde hace siglos. El tópico de que los Pirineos suponían un muro infranqueable para la transmisión de la ciencia y la cultura aplicaba a los dos naciones, primas peleadas, de espaldas la una con la otra.
Sin embargo, hubo un momento, a principios del siglo XIX, cuando las naciones ibéricas vivieron un destello de originalidad al intentar saltar hacia el futuro sin llegar a lograrlo con éxito.
En el caso portugués, la Corte huyó a Brasil ante la invasión de las tropas napoleónicas; estableciendo en Río de Janeiro una curiosa capital imperial de aires tropicales, pionera y única, que tan detalladamente retrata Javier Moro en su libro "El imperio eres tú", ganador del último premio Planeta.
España por su parte, sometida ante los franceses, luchó al margen de la entregada monarquía y fue capaz, hace casi 200 años, de elaborar una vanguardista Constitución, la Pepa, fuente de inspiración para los liberales de todo el mundo.
La palabra "liberal", que deriva de que aquella época convulsa donde la burguesía luchaba por participar en el poder político frente al tradicional absolutismo, es una de nuestras grandes aportaciones al pensamiento occidental.
Un profesor universitario me comentó una hipótesis que le rondaba la cabeza, ¿qué habría sido de España y Portugal de haberse encontrado geográficamente dónde están las repúblicas iberoamericanas?
El tema tiene miga y da para una jugosa tesis doctoral, tal vez alguien lo haya hecho ya.
Replanteándose la pregunta, esta podría ser ¿Qué sería de nosotros sin Europa?
Puestos a elucubrar, hagámoslo con atrevimiento.
No siendo miembros de la UE, sin los fondos de cohesión, no habríamos alcanzado el desarrollo, en particular en infraestructuras, de los últimos 25 años.
Sin millones de turistas europeos a tiro de piedra y con ganas de sol y cerveza barata, nuestro sector turístico, punto clave de nuestra economía, no se movería en las cifras millonarias en que lo hace.
Sin una Europa cercana a la que emigrar no habríamos disfrutado de las remesas de los inmigrantes de los años 50 en adelante, ni tampoco podido colocar el excedente de mano de obra en unas economías de posguerra.
Las variables son muchas y casi todas parecen indicar que no estando en Europa, nos habría ido peor.
Las sociedades las conforman personas, con idiosincrasias que moldean las sociedades y les dan sus puntos flacos y sus fortalezas, no obstante, la situación geográfica juega un papel determinante.
No tan solo por las materias primas que la tierra provee sino también por los flujos humanos y comerciales y, sin duda, por el contexto sociopolítico.
Si la balsa de piedra ibérica hubiese acabado situada en las cercanías de los EEUU es probable que se hubieran atenuado en algo las carencias arriba mencionadas; de haberlo hecho por áreas patagónicas las complicaciones hubiesen sido mayores.
Esta reflexión me lleva a pensar que una sociedad exitosa es la que hace de la necesidad virtud, casos ejemplares son los japoneses y los ingleses, islas pobres que supieron esquivar un destino a priori poco favorable.
España atraviesa un momento difícil, y es en estas encrucijadas cuando los países dan muestras de sus verdaderas capacidades.
Allá donde nos lleve el movimiento de esta balsa de piedra que habitamos, lo importante es abandonar la deriva y poner rumbo certero.
No sabemos si el capitán y tripulación disponen de las cartas de navegación adecuada, por si acaso, los pasajeros estaremos atentos con el chaleco a mano.
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Voy a ser catastrofista a sabiendas. Supongan a Marine Le Pen Madame La Présidente y la UE saltando por los aires... La balsa de piedra no está tan lejos.
ResponderEliminarFederico Relimpio Astolfi @frelimpio
http://tontosantajusta.blogspot.com/
Muchísimas felicidades por la entrada. Parece un cuento.
ResponderEliminarLa imagen que has puesto de Théodore Gericault Le Radeau de la Méduse (La balsa de la Medusa) retrata la desesperación de los náufragos de la fragata Méduse y el intento de supervivencia de éstos en una pequeña balsa en la que también se pueden ver cadáveres. El relato sale en la obra reciente de Julian Barnes "A History of the World in 10 1/2 Chapters". El naufragio fue debido a la incompetencia del capitán francés.
Por aportar una idea y ya que también estás haciendo un breve recorrido histórico, Valle-Inclán, en su novela Tirano Banderas, hace alusión a las dictaduras hispanoamericanas aunque también no pierde de vista la España de ese momento. En España, estábamos bajo la gobernancia de Primo de Rivera. Pero claro, una imagen del inocente muerto en "Luces de Bohemia" (España) no tiene nada que ver con los "cadáveres" que inundaban el mar en "Tirano Banderas" (América). La situación se magnifica y alcanza unas proporciones insondables.
Hace poco he leído Brevísima relación de la destruición de las Indias de Bartolomé de las Casas y cuando uno entra en contacto con la literatura hispanoamericana o relatos históricos se da cuenta de las crueldades y penurias que se ejecutaban en la otra orilla y que, en muchas ocasiones, no llegaban al continente europeo. Por supuesto, en Europa no se quedaban cortos.
Si "la balsa ibérica" hubiese tocado la otra orilla, creo que nuestra historia sería muy diferente. Quizás estaría más llena de historias chungas y de sangre. O quizás no. Ojalá me equivocase.
No obstante, viendo la cuna de grandes artistas que hemos tenido en España, creo que el arte moderno europeo sería muy diferente, la historia del arte hubiese seguido otra trayectoria de haber estado localizada nuestra balsa en otro lugar. ¿Qué arte tendríamos hoy en día?
Felicidades por la metáfora. Saludos