Hola me llamo César y soy motero!
No, no os asustéis no se trata de una terapia de grupo de Moteros Anónimos para curar adicciones a las motocicletas, es una declaración de pertenencia.
Las motos tienen una extraña fuerza de atracción y repulsión que provoca reacciones encontradas en la gente. Los hay acérrimos a muerte; los hay que abjuran y nunca suben en una, miles de padres que luchan contra los elementos para que sus hijos no caigan bajo su influjo y cientos de miles de automovilistas que nunca entenderán a esos locos en sus locos cacharros de dos ruedas.
Las motos hay que vivirlas para entenderlas y de esa manera apreciar la libertad que proporcionan.
Yo flirteé con los ciclomotores cuando era adolescente y en la playa mis tíos me prestaban un viejuno Vespino que me daba la vida. En Madrid ni mi entorno ni las circunstancias me llevaban hacia las motos, por las cuales tuve siempre bastante respeto.
Barcelona es para algunos Gaudí, el Barça, las Ramblas o el Tibidabo, para mi fue el despertar a las motos.
Me saqué el carné, me compré, tras mucha meditación, una Vespa 125 allá por el año 2000 y desde entonces todo ha ido sobre ruedas. Mi Vespa catalana, que mantiene orgullosa su matrícula con la B, se hizo viajera y Renfe mediante vino emigrada a la capital. Poco recuerda ya de sus años mozos por el Eixample y la Barceloneta, dos lustros callejeando y traquetando por las bacheadas calles de Madrid han hecho estragos y queda poco de su ímpetu de juventud.
No concibo mi día a día en la ciudad sin moverme en moto, da independencia, rompe las barreras del tiempo y la distancia, que son el mayor lastre de vivir en una ciudad tan descomunal en sus dimensiones y en sus atascos.
Gallardón, al que crítico buena parte de su gestión, tuvo entre sus logros el facilitar la vida al motorista permitiéndonos campar por los carriles bus, poniendo plazas de aparcamiento en las calles y dando cierta manga ancha a la hora de invadir las aceras de la capital. Se ha notado el efecto y Madrid ha aumentado su parque motorístico a rebufo de los incentivos y de la bonanza económica ya pasada.
Madrid en moto es toda una experiencia, apta incluso para cardiacos, que recomiendo a todos los madrileños. Se ve y se vive la ciudad de una manera muy diferente y la sensación de libertad es espectacular.
Como anécdota contaré que un buen amigo recurría a dar un estupendo tour en Vespa por la ciudad para encandilar a sus ligues; lo remataba en el Templo de Debod a la hora de la puesta de sol y era, al parecer, una garantía de éxito.
Yo incluso me planteé hace años organizar tours en Vespa para turistas extranjeros, aunque el tema de los seguros me hizo frenar en seco mi entusiasmo emprendedor.
Sea como sea, la moto cambió mi vida y ha logrado, cosa extraña, que le coja cariño a algo material, imagino que gracias a los buenos momentos que he pasado con ella dando vueltas.
Hoy me llamó mi amigo el del tour diciéndome que se había caído de la moto, ha sido un susto y está bien. Este sobresalto me ha empujado a escribir este modesto homenaje a mi Vespa, y a las motos, que a pesar del riesgo que conllevan, nos hacen pasar tan buenos ratos a tantos moteros.
¿Quién se anima a dar una vuelta?
Hola César,
ResponderEliminarAdemás de todo lo demás, escribes bien. Verás que no soy rencorosa - mi artículo solo te mereció un comment de tres palabras ;) - pero aún así, tienes coco y escribes bien.
Me encanta ir en moto de vez en cuando, aunque me parece muy peligrosa y la desaconsejo como vehículo habitual. Tengo un hermano, motero de grandes cilindradas, que me tiene en vilo. Ha tenido ya tres sustos gordos en ciudad, milagrosa y afortunadamente mente saldados con las tres motos y los tres trajes - parece un trabalenguas :) - completamente destrozados.
Muy a menudo me pregunta "Cuándo vas a dejar de fumar?".
Le contesto: "Cuando tú dejes de ir en moto" :))
Besos,
Miss Forty
No me extraña nada coger cariño a algo material -lo raro es que no tenga nombre-. Trabajo en Madrid y voy a trabajar en coche todos los días. Vivo a 60 Km y me encanta conducir con la música puesta. La carretera que uso es muy concurrida los días de fiesta y los fines de semana por moteros. No se si tienen garantía de éxito ,pero desde luego si mucho disfrute.
ResponderEliminarHola, me llamo Cote y soy motera. Bueno, mas bien era motera. Comparto contigo el gusto por la motos, por esa libertad que te ofrecen en medio del trafico de una gran ciudad. Yo tambien comence con un vespino, heredado de mi abuelo, que me permitia moverme por las zonas playeras en los largos veranos. Despues me compre una Puch de segunda mano para moverme por Madrid e ir al instituto y a la universidad. Cuando tuve edad y dinero me saque el carnet de coche, pero... me compre una moto y tuve que sacarme el carnet para conducirla. Mi moto me sirvio durante mucho tiempo para ir a trabajar, hasta que poco a poco deje de usarla. Ya habia nacido mi segunda hija y bebes y moto eran incompatibles. Te contare un secreto tristisimo: la cambie por una maquina de coser. Todavia lloro cuando recuerdo a mi preciosa moto :(((
ResponderEliminarYo sin dudarlo. No hay mejor manera de conocer una ciudad. Me encantan las motos. Me relaja viajar en moto. El tiempo pasa de distnta manera. Me gusta escuchar mñusica mientras viajo. Las canciones suenan de distinta manera.
ResponderEliminarAsi que, repito. Yo me apunto.
P.d. No soy conductora. Voy de paquete.
A mi me pasó algo parecido a ti, César.
ResponderEliminarYo era una adolescente, me atraían las motos; además en los veranos en la Costa Brava, era algo indispensable. Veraneaba en la torre de mis padres, en una urbanización a unos cinco kilómetros de la playa,así que me la compré.
Mi vespino y yo nos hicimos inseparables.
Me encantaba tragarme en primavera toda clase de bichos, mientras circulaba por los preciosos verdes paisajes del Baix Empordà, hasta llegar a la playa, que nadie se piense que ir en moto es tan " ideal"...
Incluso no era inconveniente llevar mis pitillos para ir en moto y cambiarme después para una cita en Playa De Aro.., que tiempos aquellos...
Fue todo muy bonito., pero una noche,no muy afortunada, se me ocurrió salir. Bajé a contemplar la luna en la bahía, a respirar la brisa marina y llenar los pulmones de ozono, y a la vuelta., no se que pasó., pero me salté un stop., no quise parar y aceleré.
Resultado:
creo que al final frené pero tarde, salí disparada, me empotré con una Seat Trans, y me llevaron al hospital.
Me dijeron que esa noche volví a nacer de nuevo, que había tenido mucha suerte. La moto acabó en el depósito., y yo con una luxación de clavícula.
Mi aventura motera se acabó., no fui capaz después de aquella noche de volver a subirme en una moto.
Lo peor fue escuchar los sermones de mis padres, ya no me dolía el hombro, me dolía más el que mi padre se saliera con la suya, le oía una y otra vez aquello de...
- te lo dije., las motos., son muy peligrosas.. y no me hiciste caso..!
Mucho ha llovido desde aquello., de coches también, de hecho uno de los que tuvimos mi pareja y yo acabó en "siniestro total" de una colisión múltiple., entonces le dije yo a mi padre aquello de:
- lo ves papá., lo coches también!!
Pero eso., es otra historia...
¿Cosa extraña, que cojas cariño a algo material?¡Vives por el dinero, por la fama que te da salir en la tele y nada más! Pero no coges cariño a nadie... ¡Lo extraño eres tú y tu fijación narcisista!
ResponderEliminarLas motos creo que son para montar por el campo o en un pueblo, no para la ciudad pero no puedo decir nada porque lo más arriesgado que hago en mi vida es cruzar el semáforo en ámbar, wow! qué pasada!
ResponderEliminarY al ver los comentarios de este blog me recordaba como los programas de buscar pareja con varias candidatas a un lado y el que elige al otro con un corazón hortera en medio a modo de biombo para que no se distingan y en dicho programa sin verse físicamente acertar la compatibilidad que tienen. Vamos, que si depende de ir en moto yo pienso que París bien vale una misa, lo que haga falta y con el cague no me quedaría otra que agarrarme muy fuerte y tiene sus ventajas que del roce nace el cariño por este motivo soy un: medio troll, troll a medias, troll tunante, troll trolecillo, troll-troll... y todas sus variantes de troll.
No tengo ni idea de dónde está el templo de Debod así que ¿querrías ser mi guía turístico?
Afectuosamente, siempre tuya..........
Esta entrada tuya me recuerda a la peli de Audrey Hepburn y otro actor famoso en una moto por Roma, creo que era Gregory Peck....Vacaciones en Roma.
ResponderEliminarHuele a vacaciones en Roma, seguramente tienes alguna que otra historia romántica que contar con una moto como escenario...qué pena que no la compartas. ¿Para cuando una entrada romántica en el blog? Feliz año nuevo.