He tratado esta tarde de escribir un artículo para mi blog, para no perder las buenas o malas costumbres, y así reavivar la llama de escritura.
Barajé temas dispares tales como la burbuja futbolística; ese monstruo económico-mediático en torno al deporte estrella, el futuro de los medios de comunicación o la superación personal en tiempos de crisis y al final, hastiado de mi propia palabra, desistí.
No es fácil tener siempre presente la inspiración para escribir, y aún siendo ese el caso, a veces, asalta la duda de si tiene sentido comunicar lo que nuestra mente dicta a nuestros dedos en el teclado.
Vivimos en el mundo del exceso, en todos los frentes, y el periodístico no es una excepción. Abundan los medios de papel, los digitales, las radios, los canales temáticos de televisión y para ampliar la gama interminable se inventaron las redes sociales, los Facebook, Twitter y parientes próximos que nos permiten a los particulares, a los habituales lectores, ocupar también el papel de emisores.
Tanto contenido, tanta idea, tanta ocurrencia, tanto encuentro, tanto desencuentro, tanta profusión de mensajes genera, seamos conscientes o no, una reverberación que no cesa en nuestro cerebro.
El péndulo de la modernidad ha traído hasta nuestros hogares todo el mundo por conocer, por hablar y por chatear y uno no puede menos que preguntarse si estamos preparados para ello.
¿Han evolucionado nuestras neuronas al ritmo frenético de internet?
Los tres lustros meteóricos que nos contemplan de conectividad planetaria no son suficientes para saber el alcance de la revolución de las comunicaciones interpersonales, el tiempo lo dirá, el tiempo siempre todo lo revela.
Mientras tanto, cuando se siente una especie de cortocircuito interno, cuando la mente dice hasta aquí hemos llegado, es tiempo de silencio.
Creo que hoy en día es muy difícil tener ese tiempo de silencio del que hablas. Estamos demasiado condicionados por las tecnologías, por la información y otras tantas cosas como mencionas. Lo que sí que veo es mucha gente que dice eso de por aquí y allá mucho de todo pero nadie se anima a retirarse y a meditar.
ResponderEliminarYo echo de menos cuando esperaba al cartero a ver si me traía algún correo de algún amigo o hasta le preguntaba si había algo para mí, ahora ya no tienes que esperar, ya tienes el correo esperándote en tu bandeja "virtual". Ya no hay que esperar, ya sabes lo que va a pasar y nada me sorprende en el plano bueno. Por supuesto, las facturas, esas sí que siguen llegando en papel.
Tenemos tantas cosas que para mí ya se ha perdido un poco de magia en la vida diaria. y hasta yo creo que el romanticismo se ha perdido con tanta foto por aquí y por allá publicada.
Creo que gracias a tu escrito voy a tener como resolución de año nuevo escribir en un diario de papel y dejar mis comentarios de internauta aparcados. Además, casi siempre he pensado en voz alta por aquí.
A ver si logro relacionarme a la antigua usanza con mi entorno y evitar, en la medida de lo posible, formas electrónicas de relacionarme que ya hasta me marean y me aburren.
Gracias por tu escrito! Muy inspirador. Hay que ver cómo difieren Luis Martín Santos y su Tiempo de Silencio y el tuyo. La historia cambia pero nosotros seguimos viviendo un suspiro.
Take care of yourself controlador. Muchas gracias por todo. Saludos.
PAtricia, Tenerife