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viernes, 6 de julio de 2012

Tierra prometida


Regresé hace unos días de un viaje a Israel, país complejo y enrevesado como pocos, foco constante de la atención internacional. 
Desde la lejanía, a través del filtro de los medios de comunicación, nos formamos imágenes de realidades ajenas, en general simplificadas y estereotipadas que no siempre se corresponden cuando se produce la desvirtualización.
Israel y Palestina, la tierra prometida del Antiguo Testamento, encierran entre sus agitadas fronteras más historia que cualquier otro rincón del planeta. Sólo por este motivo bien merece una visita la zona, fuente de sorprendentes contrastes y de agrias contradicciones.
Muchos sostienen que Israel es un país irreal, que se sostiene artificialmente ante la amenaza de destrucción por parte de sus vecinos más próximos; enjambre de personas diversas, unidas por el vínculo religioso más allá de otro tipo de coincidencias.
No hay un solo Israel, ese de violencia y fanatismo religioso que tan a menudo nos muestran los televisores, sino mil y un Israeles: el árabe, el judío, el religioso, el pagano, el pudiente, el sufridor, el inmigrante, el turista.....
Las dos contrastadas caras que Jerusalén y Tel Aviv muestran como tarjeta de presentación de una tierra en permanente ebullición son reveladoras de la multiplicidad de capas superpuestas dentro de la sociedad israelita. A nueve kilómetros de la Ciudad Santa de las tres grandes religiones, se encuentra Belén, la mítica aldea de la natividad. Un muro separa ambas realidades, la primera, capital oficiosa del judaísmo y la segunda ciudad musulmana en territorio ocupado. 
Viajar por Tierra Santa, por las poblaciones árabes, por el imponente Mar Muerto y por el cosmopolitismo de Tel Aviv da idea de que a pesar de los problemas, la vida y el ser humano se esfuerzan siempre por salir adelante y por convivir, a gusto o a disgusto, dentro de las circunstancias. 
Muchos occidentales tienden a tomar partido por una de las dos supuestas realidades en conflicto en la antigua Judea: los judíos y los árabes, mártires u opresores según el enfoque particular. 
Los matices que un país tan anómalo presenta en el contexto mundial debería servir más que como ejemplo perfecto de bomba de relojería geopolítica, como un intento, dramático, creativo y desgarrado, no sé si fallido o no, de como hasta en las sociedades más cuestionadas la sociedad se impone por encima de la adversidad.
Si tienen oportunidad de ir a Israel, no la dejen pasar, pongan a un lado los prejuicios que puedan tener y observen con serenidad las lecciones que de allí se pueden extraer.
No hace falta ser religioso para entender, dando un mero paseo por la Antigua Jerusalén que las religiones y la necesidad del ser humano de creer en algo superior han sido, y siguen siendo en muchas partes, la fuerza impulsora más importante de la historia de la humanidad. 
Somos seres pensantes, racionales y, sin lugar a dudas, emocionales.
La emoción es,a fin de cuentas, el quid de todas las cuestiones. 

4 comentarios:

  1. Felicidades César, es una preciosa entrada. Probablemente una de las que más me han gustado y me han hecho reflexionar.
    Solo un pero: a mí me hubiese gustado que hubieras incluido una imagen tuya (en la que aparecieses). Creo que esta oportunidad lo merecía. Así, podrías enlazar el testimonio fotográfico al testimonio verbal que expones. A veces una imagen de la persona en el entorno vale más que mil palabras.

    Saludos desde Tenerife,
    Patricia Paredes
    Feliz verano.

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  2. César, leerte hoy me ha traído muchos recuerdos a la mente... estuve en Israel hace tres años... y tus palabras me parecen muy sabias y acertadas... es una pena quedarse sólo en la superficie del lugar más profundo del planeta... como suele ser habitual, la realidad está siempre llena de matices, detalles y diversidad... la gente es gente en todas partes, y su humanidad existe y persiste más allá de todo lo que a veces parece aniquilarla... Israel sobrevive a pesar de sí mismo... a pesar de ese muro infame, de ese odio enraizado en las entrañas, de ese miedo y ese dolor intenso que se respira y se palpa, a pesar de Dios y de los hombres, de la injusticia y la venganza... Israel sobrevive, y Palestina se resiste a no ser, a morir antes de nacer... mientras anduve por aquellos lugares, una mezcla de sentimientos y emociones contradictorias me embargaba constantemente, y un nudo en la garganta que no lograba deshacer... desde luego, ese país no deja indiferente a nadie... es como un gran espejo donde se refleja intensamente la condición humana en toda su extensión...

    Un saludo de tu hermana zodiacal ;-)

    Y gracias por compartir tus impresiones...

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  3. Totalmente de acuerdo, un viaje inolvidable

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  4. Interesante César, es precisamente lo que me apetecía leer cuando te sugerí que escribieras sobre este viaje... como bien dices la emoción el quid de todas las cuestiones, y a la hora de viajar, al menos para mí lo es todo, pues las imágenes ya podemos encontrarlas en Google :-)

    Para una loca viajera, amante de los destinos mágicos y de las lecciones que de cada uno de ellos aprendemos, sin duda Israel se convierte en un nuevo destino pendiente, con el añadido de tener el Mar Rojo... uff, parecerá increible pero me entra taquicardia de pensarlo!

    GRACIAS!

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