Acabo de regresar de los EEUU, país grandioso y grandilocuente, lleno de contrastes punzantes pero que nunca deja indiferente y del cual siempre se puede aprender algo nuevo.
En Europa, y en España sin duda, muchas voces, la mayoría desde la izquierda, critican a la sociedad estadounidense como despiadada meca del capitalismo individualista donde los ciudadanos viven inmersos en un sistema poco solidario.
Lo chocante del tema es que muchas veces dichos críticos del estilo de vida norteamericano ni siquiera han puesto los pies en la moderna "tierra prometida".
EEUU bien vale un viaje de reconocimiento, las contradicciones y las sorpresas aguardan nada más bajar del avión.
Los EEUU han sido desde su fundación una nación de inmigrantes, de diversos orígenes, religiones y estratos, que empujados tanto por la adversidad en sus países o por sus ansías de superación personal hicieron las maletas para nunca volver. La génesis del país es esencial para lograr comprender en cierta medida el modus operandi y vivendi de los estadounidenses.
A los europeos nos choca la presencia en Estados Unidos, tanto en la Constitución como en los discursos de sus políticos, y de gran parte de sus ciudadanos, e incluso en los billetes de dólar, de Dios. Nuestras sociedades se precian de separar religión y Estado, aunque en esto fueran también pioneros los americanos, y no obstante, los conflictos entre religión y laicidad parecen cobrar más fuerza en el Viejo Continente, donde poca mención se hace de Dios en la esfera pública.
Aquí en España es inconcebible que un político diga " que Dios los bendiga" al rematar su discurso electoral de cierre de campaña, allí está a la orden del día.
El origen religioso del país, poblado inicialmente por refugiados protestantes en busca de aires de libertad de culto, ha dejado una huella que el paso de los siglos no ha logrado borrar por completo.
Los extremos se tocan en la América del Norte más que en ninguna otra sociedad occidental; opulencia y miseria, religión estoica y consumismo ateo, hospitalidad y patrullas ciudadanas anti-inmigrantes, etc..... La lista es infinita, tal y como la diversidad humana. De hecho, estas dualidades desencontradas no hacen sino reflejar y resaltar la grandeza de un país en el cual todo es posible, lo mejor y lo peor.
Creo que en las sociedades europeas nos movemos en unas líneas de comportamiento más intermedias, menos extremistas aunque la agitación política aparentemente desdiga esta afirmación.
Ciudadanos y política juegan a mi entender dos roles diferentes a este y a aquel lado del Atlántico.
En EEUU es difícil sin dinero o sin un talento especial, demostrado vía trayectoria personal, como es el caso de Barack Obama, alcanzar puestos de relevancia en las altas esferas políticas. La supuesta partitocracia de Republicanos y Demócratas enmascara un aglutinamiento de individualidades bajo la bandera de los partidos.
Por el contrario, aquí en Europa, la partitocracia domina sin fisuras la escena política; no es preciso ser brillante ni tener dinero, basta formar parte de los partidos, pasar por el aro y hacer carrera dentro de una estructura cuasi empresarial para escalar posiciones.
En relación al comportamiento ciudadano también hay notorias diferencias que un análisis superficial de ambas realidades revela con prontitud.
Los europeos estamos, a pesar del hastío y de la indignación, o tal vez por ello, mucho más politizados que los estadounidenses. Aunque no lo queramos, nuestras vidas se ven más afectadas por un Estado omnipresente e intervencionista y, a pesar de despotricar en las tertulias callejeras sobre nuestros representantes, votamos más que lo que hacen los estadounidenses.
Al otro lado del charco se habla menos de política, incluso ahora en plena campaña electoral, se vota menos, se espera y exige menos del Estado, y más de uno mismo, y por ende, el nivel de crítica es menor que el de un europeo.
Allí la política es profesional, templada y relativamente ignorada por la gran masa.
Aquí la política es una forma de vida, encendida y comentada y criticada por la gran mayoría.
El asociacionismo y la filantropía son rasgos distintivos de la sociedad estadounidense, poco desarrollados en Europa, que dejan patente que allí se espera más, y con razón, del resultado que uno mismo consiga con su esfuerzo personal, y menos de la incidencia de posibles ayudas o trabas que el entorno social despliegue.
No pretendo hacer una alegoría de las bondades del "American Way of Life", soy europeo y tengo una mentalidad claramente europea, pero no puede uno dejar de admirar el torrente creativo de una sociedad que sabe reinventarse constantemente y, fundamental por encima de todo, que permite a sus ciudadanos reinventarse.
En esta España en crisis global, donde seguimos a la deriva, incapaces unos, otros y todos de encontrar una nueva fórmula, el nuevo contrato social que nos vaya sacando del remolino, resulta casi imposible cambiar de vida.
Nuestra sociedad desincentiva el cambio, la valentía y el riesgo personal y prima la seguridad y el continuismo. A diario se alzan voces de jóvenes con talento, formación y con ganas de trabajar, también de empresarios emprendedores con espíritu innovador y de ciudadanos con ganas de renovar la vida política, frustrados ante los muros que encuentran en su camino.
Siempre he pensado que las sociedades que mejor sobreviven y que más progresan son las que saben adaptarse y aquellas que saben aprender de lo que otros hacen bien, imitando, mejorando y adaptando a sus circunstancias cada herramienta ajena que cae en sus manos.
En esto, sin duda, nos llevan la ventaja los americanos. Tal vez mirar hacia el otro lado del Atlántico, hacer autocrítica y asumir con arrojo que tenemos muchas cosas que cambiar, manteniendo lo bueno, pueda servirnos de revulsivo para despegar.
Los vientos, las tempestades, y los huracanes siempre soplan del Oeste, los anticiclones también, quizá es el momento de abrir la ventana y airear la casa y las ideas asumiendo algunos riesgos.
Cambiar no es fácil, en ciertas ocasiones es imprescindible.
En Europa, y en España sin duda, muchas voces, la mayoría desde la izquierda, critican a la sociedad estadounidense como despiadada meca del capitalismo individualista donde los ciudadanos viven inmersos en un sistema poco solidario.
Lo chocante del tema es que muchas veces dichos críticos del estilo de vida norteamericano ni siquiera han puesto los pies en la moderna "tierra prometida".
EEUU bien vale un viaje de reconocimiento, las contradicciones y las sorpresas aguardan nada más bajar del avión.
Los EEUU han sido desde su fundación una nación de inmigrantes, de diversos orígenes, religiones y estratos, que empujados tanto por la adversidad en sus países o por sus ansías de superación personal hicieron las maletas para nunca volver. La génesis del país es esencial para lograr comprender en cierta medida el modus operandi y vivendi de los estadounidenses.
A los europeos nos choca la presencia en Estados Unidos, tanto en la Constitución como en los discursos de sus políticos, y de gran parte de sus ciudadanos, e incluso en los billetes de dólar, de Dios. Nuestras sociedades se precian de separar religión y Estado, aunque en esto fueran también pioneros los americanos, y no obstante, los conflictos entre religión y laicidad parecen cobrar más fuerza en el Viejo Continente, donde poca mención se hace de Dios en la esfera pública.
Aquí en España es inconcebible que un político diga " que Dios los bendiga" al rematar su discurso electoral de cierre de campaña, allí está a la orden del día.
El origen religioso del país, poblado inicialmente por refugiados protestantes en busca de aires de libertad de culto, ha dejado una huella que el paso de los siglos no ha logrado borrar por completo.
Los extremos se tocan en la América del Norte más que en ninguna otra sociedad occidental; opulencia y miseria, religión estoica y consumismo ateo, hospitalidad y patrullas ciudadanas anti-inmigrantes, etc..... La lista es infinita, tal y como la diversidad humana. De hecho, estas dualidades desencontradas no hacen sino reflejar y resaltar la grandeza de un país en el cual todo es posible, lo mejor y lo peor.
Creo que en las sociedades europeas nos movemos en unas líneas de comportamiento más intermedias, menos extremistas aunque la agitación política aparentemente desdiga esta afirmación.
Ciudadanos y política juegan a mi entender dos roles diferentes a este y a aquel lado del Atlántico.
En EEUU es difícil sin dinero o sin un talento especial, demostrado vía trayectoria personal, como es el caso de Barack Obama, alcanzar puestos de relevancia en las altas esferas políticas. La supuesta partitocracia de Republicanos y Demócratas enmascara un aglutinamiento de individualidades bajo la bandera de los partidos.
Por el contrario, aquí en Europa, la partitocracia domina sin fisuras la escena política; no es preciso ser brillante ni tener dinero, basta formar parte de los partidos, pasar por el aro y hacer carrera dentro de una estructura cuasi empresarial para escalar posiciones.
En relación al comportamiento ciudadano también hay notorias diferencias que un análisis superficial de ambas realidades revela con prontitud.
Los europeos estamos, a pesar del hastío y de la indignación, o tal vez por ello, mucho más politizados que los estadounidenses. Aunque no lo queramos, nuestras vidas se ven más afectadas por un Estado omnipresente e intervencionista y, a pesar de despotricar en las tertulias callejeras sobre nuestros representantes, votamos más que lo que hacen los estadounidenses.
Al otro lado del charco se habla menos de política, incluso ahora en plena campaña electoral, se vota menos, se espera y exige menos del Estado, y más de uno mismo, y por ende, el nivel de crítica es menor que el de un europeo.
Allí la política es profesional, templada y relativamente ignorada por la gran masa.
Aquí la política es una forma de vida, encendida y comentada y criticada por la gran mayoría.
El asociacionismo y la filantropía son rasgos distintivos de la sociedad estadounidense, poco desarrollados en Europa, que dejan patente que allí se espera más, y con razón, del resultado que uno mismo consiga con su esfuerzo personal, y menos de la incidencia de posibles ayudas o trabas que el entorno social despliegue.
No pretendo hacer una alegoría de las bondades del "American Way of Life", soy europeo y tengo una mentalidad claramente europea, pero no puede uno dejar de admirar el torrente creativo de una sociedad que sabe reinventarse constantemente y, fundamental por encima de todo, que permite a sus ciudadanos reinventarse.
En esta España en crisis global, donde seguimos a la deriva, incapaces unos, otros y todos de encontrar una nueva fórmula, el nuevo contrato social que nos vaya sacando del remolino, resulta casi imposible cambiar de vida.
Nuestra sociedad desincentiva el cambio, la valentía y el riesgo personal y prima la seguridad y el continuismo. A diario se alzan voces de jóvenes con talento, formación y con ganas de trabajar, también de empresarios emprendedores con espíritu innovador y de ciudadanos con ganas de renovar la vida política, frustrados ante los muros que encuentran en su camino.
Siempre he pensado que las sociedades que mejor sobreviven y que más progresan son las que saben adaptarse y aquellas que saben aprender de lo que otros hacen bien, imitando, mejorando y adaptando a sus circunstancias cada herramienta ajena que cae en sus manos.
En esto, sin duda, nos llevan la ventaja los americanos. Tal vez mirar hacia el otro lado del Atlántico, hacer autocrítica y asumir con arrojo que tenemos muchas cosas que cambiar, manteniendo lo bueno, pueda servirnos de revulsivo para despegar.
Los vientos, las tempestades, y los huracanes siempre soplan del Oeste, los anticiclones también, quizá es el momento de abrir la ventana y airear la casa y las ideas asumiendo algunos riesgos.
Cambiar no es fácil, en ciertas ocasiones es imprescindible.
Excelente reflexión! Aquí parece que esperamos que todo nos lo dé hecho papa-estado. Una de las cosas que más me llamó la atención cuando estuve allí es que en el hospital en el que estaba había un pasillo con unas placas con los nombres de los filántropos que habían donado dinero (a partir de 50.000 dólares, eso sí). Si eso ocurriese aquí, empezarían las manifestaciones en contra de la "privatización" de la sanidad. Así nos va!
ResponderEliminarPermíteme mi punto de vista.
ResponderEliminarEn EUROPA hemos confiado a nuestros REPRESENTANTES la atención de los necesitados a todos los niveles, educativo, sanitario, social... y esto pensando que de este modo habría una mejor distribución de los bienes comunes y una atención profesionalizada.
Somos responsables de no habernos dado cuenta antes de que, uno detrás de otro, los sucesivos gobernantes han ido olvidando sus obligaciones como representantes del pueblo, maladministrando sus riquezas, y se han convertido en una casta especializada en vivir a costa del pueblo por encima de las posibilidades de sus ciudadanos, al menos en España,Italia,Grecia,Portugal...los demás, ya veremos.
Hola.Me preguto si siguen haciendo todo tipo de preguntas cuando uno va ahí, algunas preguntas bastante chocantes en cuanto a la voluntad del viaje y a las intenciones.
ResponderEliminarCreo que has estado el tiempo justo para ver el lado bonito pero creo que tu punto de vista es bastante parcial. Se nota que vas de turismo.Supongo que has visto el lado amable, te has dejado deslumbrar aunque es un país que conoces bla bla bla..demasiado deslumbrado y muy parcial.
Yo por lo pronto no me iría ahí, ni jarta de vino como quien dice.
Demasiado control y como me dijo un conocido, cualquier comentario que va en contra de ellos parece que piensan que vas contra el país llegando a pensar que gente con críticas son "radicales".
¿Ya resolvieron lo de la sanidad? Hace un tiempo me decían que lo primero que preguntaban cuando tenían que atender a alguien era si tenía esa persona seguro médico.
Sobre "torrente creativo de una sociedad que sabe reinventarse constantemente": para mí brillan por su alienación y sistematización. Ya ves.
Esos maravillosos conocimientos geográficos, no sé si gracias a Penélope Cruz sabrán localizar España pero muchos piensan que España sigue estando al lado de Mexico.
No creo que el país haya evolucionado mucho desde Martin Chuzzlewit - demasiado naive tu visión aunque se agradece el carácter positivo.
saludos
http://www.youtube.com/watch?v=w8kyfhABWug
ResponderEliminar¿Qué te parecen las declaraciones de Romney?
ResponderEliminarSobre no seguir el ejemplo de España...
La visión que has traído de los EEUU es la misma que tengo yo de las múltiples veces que he tenido la suerte de visitar. Es cierto que habiendo nacido en América (del Sur en este caso) la vida se ve con un prima ligeramente distinto al europeo de pura cepa e incluso al americano de raza (yo soy fruto de la inmigración, de la diáspora gallega como a veces se la llama)la perspectiva cambia, es más amplia, más dada a la absorción que a la crítica y al señalamiento. Y la grandeza de los países, de sus comportamientos y de sus méritos se hace más fácil de identificar y de asumir.
ResponderEliminarEn un país de extremos, de contrastes, de brillo y de oscuridad. Eso lo hace fascinante. Pero los rasgos más definitorios sin duda los expones con bastante claridad. Es necesario que seamos plásticos, no fósiles; nadie sabe la frustración que genera en las personas que quieren plantear un cambio y se encuentran con muros casi inexpugnables; eso ocurre en España desde hace décadas. Lo he vivido por mí mismo varias veces y por personas de mi entorno que conozco bien. Y ahora lo estamos viviendo en primera persona, en tiempo presente, con la crisis global que nos afecta.
Crisis significa cambio, cambio profundo, reformas, transformación, inestabilidad, revolución: no estamos acostumbrados a nada de eso, todo lo contrario: en una sociedad que prima un trabajo para toda la vida (el bendito funcionariado) y una patriarquismo estatal que acaba por devorarla (los griegos bien lo sabían y Goya lo ha dejado claro para nuestros ojos "modernos"), todo lo que se vive en América, y en EEUU fundamentalmente, es una falacia o una ineptitud. Visto desde fuera, claro. Y sin embargo funciona.
Es una sociedad despiadada, pero a la vez mentora, una sociedad que cree en los individuos y en su conjunto para conseguir algo; una sociedad que se funda en la filantropía y en el mecenazgo (con todos los pliegues que conlleva) y que premia el esfuerzo, el talento, y sobre todo las ganas de salir adelante. Eso es maravilloso. Aquí premiamos la ineptitud, el amiguísimo, la zona gris: nuestra política es la base de nuestra sociedad, en ella vemos reflejada cómo somos en realidad.
Siempre he pensado que tenemos mucho que darnos los dos lados del Atlántico. Ellos deberían absorber comportamientos e ideas de estabilidad que nosotros poseemos y nosotros de ellos esa vibración, esas ganas de esfuerzo, esa "facilidad" para llegar a ser más de lo que somos actualmente, con esfuerzo y dedicación, claro.
De todos podemos aprender, librándonos de prejuicios y quedándonos con lo mejor. Así es como veo yo la sociedad que debería salir de esta crisis. Un cambio profundo que se quede con lo mejor de cada mundo.